"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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13-03-2010 |
Fernando Moyano
Cuando Pedro critíca al Pepe por izquierda
Posta Porteña
Los discursos de Mujica al asumir como presidente fueron ampliamente elogiados por todo el mundo. Hubo dos excepciones parciales, las de sus ex competidores en la elección presidencial: LA Lacalle y Pedro Bordaberry.
El Qki salió al cruce de la idea de Patria Grande , diciendo en cambio que la única “patria” que tenemos “desde 1813” es nuestro pequeño y frustrado ESTADO TAPÓN. Resulta curioso que este “blanco” (del partido de Oribe que mantuvo hasta 1843 y con las armas su apuesta de integración) hable desde el paradigma de Lord Pondsomby: el Uruguay desgajado del proyecto federal artiguista. Y más absurdo aún que aluda al Congreso de Abril de 1813 (el de las Instrucciones ) que era para elegir diputados a una Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas y declara que “ ni por asomo se trata de una separación nacional”.
Hemos querido explicar en otras notas esa paradoja. Lacalle es un vocero ortodoxo de la burguesía uruguaya. La debilidad comparativa de esta clase social respecto de sus vecinas la impulsa a una política cipaya compensatoria, arrimarse al imperio para obtener alguna migaja haciendo el trabajo sucio de sabotear cualquier intento de rebelión o aún de regateo colonial (como el de los Kirchner, por ejemplo) y hace aspaviento de esa vocación de entrega como elemental campaña de (auto)ventas. Por eso Lacalle siempre se sintió más cercano a Astori y al “Dr. Vázquez”, quienes hicieron de esa política cipaya la impronta de su gobierno.
La relación de Mujica con la burguesía uruguaya es más compleja y también lo es su política regional. Trataremos de ocuparnos de ese tema en alguna nota futura.
Hoy quiero referirme a la crítica por parte del otro candidato de la derecha burguesa tradicional: Pedro Bordaberry. El colorado no batllista salió a reivindicar la gestión histórica del Batllismo y discrepar con el nuevo presidente en eso de que “la industria sea una quimera” y que la política de sustitución de importaciones de los años 40-50 haya sido un error. Hasta descubrió la pólvora al decir que “la industria es una gran generadora de empleo”.
Bordaberry toma lo de Mujica “agro + inteligencia + turismo…” y se detiene en la “ inteligencia ”. ¿A qué se refieren todos ellos tan reiteradamente en estos tiempos con este pomposo término? No están hablando de ajedrez.
Se refieren a la CALIFICACIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO. Y por supuesto, del trabajo asalariado, trabajo productor de plusvalor. Pero ¿qué quiere decir ese concepto ? Calificación es el dominio por el trabajador de la técnica productiva más avanzada . ¿En qué sentido avanzada? En el de mayor INTENSIDAD DEL TRABAJO, más producto por unidad de tiempo de trabajo vivo . O sea más PLUSVALOR RELATIVO, trabajo cuya explotación rinde más al capitalista por unidad de tiempo. Cuando dicen inteligencia quieren decir explotación de la inteligencia del trabajador . Para extraerle jugo de verdad es necesario ponerlo al tanto de las técnicas de mayor INTENSIDAD DEL TRABAJO, pero no necesariamente el trabajo más inteligente.
El trabajador puede tener un “plus” de inteligencia propia que el empresario rechace. Por ejemplo Botnia capacitó un plantel de soldadores en una nueva técnica de soldadura pero descartó a los soldadores calificados ya existentes, prefirió gente inexperta. ¿Por qué? Porque al capitalista le sirve la calificación DISPLINADA de la fuerza de trabajo, que no es necesariamente la más eficiente desde el punto de vista productivo; el trabajador calificado en forma más universal también es más independiente. Es muy relativo que el capitalismo actual promueva “inteligencia”, o que vivamos una “sociedad del conocimiento”. En realidad el capitalismo es un “estupidizador” del trabajo (y de la cultura), descalifica el trabajo al fragmentarlo. El verdadero desarrollo de la inteligencia del trabajo ocurre en la autogestión de los trabajadores. En definitiva: las relaciones TÉCNICAS de producción son una cosa, y las relaciones SOCIALES de producción, otra.
De modo que cuando nos hablan de inteligencia deberíamos decirles, ¿y por casa cómo andamos? Veamos que tan inteligentes son en cuanto al tema de la política de sustitución de importaciones en tiempos del Segundo Batllismo.
Curiosamente el “realista” Mujica, el hombre que “superó las ideologías”, tiene una visión ideologizada e irreal de esa experiencia. Se deja llevar por el plateo del neoliberalismo que se ve su propia ideología como realismo, e ideológico todo lo demás.
Mujica falsea groseramente los hechos al decir “nos equivocamos”. No se trató en absoluto que Uruguay se embarcase en una quimera de desarrollo llevado por una ideología industrialista, todo lo contrario. El desarrollo industrial por sustitución de importaciones fue una imposición de la realidad , debido a que la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial hacía imposible mantener el esquema de país exclusivamente ganadero exportador, e importador de bienes industriales de consumo. No se trató de un “error”, no había opción. En todo caso el planteo ideológico tibiamente industrialista del Segundo Batllismo fue expresión de esta realidad.
La industria liviana y de consumo por sustitución de importaciones terminó fracasando, ¿pero por qué? Mujica podría preguntárselo a Astori que en otro tiempo hizo un buen trabajo académico sobre ese problema. Como el caso del ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso y otros, fueron intelectuales que explicaron la incapacidad de estas burguesías de romper los lazos de dependencia respecto del imperialismo, y por ende también de impulsar y dirigir un desarrollo industrial en profundidad. La industria de bienes de consumo no fue acompañada por una industria de bienes de producción, sino que estos se importaron de los países industrializados (y casi siempre equipos de segunda, menos eficientes). Tampoco se desarrolló el mercado interno aumentando el poder adquisitivo de los trabajadores porque eso impediría mantener bajos los costos de producción de las exportaciones, que es lo que el esquema agro-exportador requería y requiere. Porque aunque se introdujo en ese esquema productivo un elemento de reproducción ampliada (uso del excedente ganadero para un desarrollo industrial limitado) no se rompió con él, y Mujica tampoco quiere romperlo ahora.
Cuando terminado el período de guerras llegó la nueva expansión capitalista y la hegemonía yanqui, la ineficiencia de la industria dependiente que teníamos quedó al desnudo. La causa última no era que nuestros industriales fuesen unos incapaces (que lo eran y lo son) ni los gobernantes unos parásitos corruptos (lo mismo). Esos obstáculos son reales pero hubiesen sido removidos y los incapaces desplazados si el desarrollo capitalista hubiese tenido fuerza, al darse ese mecanismo de “supervivencia del más apto” que el capitalismo A VECES tiene (porque otras veces, como esta, funciona exactamente al revés).
Es muy importante ver que ese fracaso TAMPOCO se debió a una legislación proteccionista que amparase a la industria no competitiva. Ese cuento tan repetido es tan tonto como decir que los niños son pequeños porque no se los manda a trabajar como si fuesen adultos, otra de las ideas creativas de Mujica por otra parte. Desprovistos de la protección que necesitan, los niños no se desarrollan sino que mueren. Eso le pasó a nuestra industria de sustitución de importaciones. El equipo industrial DELIBERADAMENTE obsoleto no era competitivo. Además, el deterioro de los términos de intercambio encarecía la importación de equipos contra la exportación de materias primas. El proteccionismo no tuvo nada que ver en esta historia, de la misma manera que desconectar a un paciente en agonía mantenido artificialmente en vida NO ES la verdadera causa de su muerte; pero más disparatado aún es decir que fueron esos aparatos de sostén in extremis los que enfermaron al paciente al impedirle una “vida natural”, que es lo que en última instancia dicen los neoliberales, y ahora Mujica.
En Uruguay y en todo el continente el modelo industrial limitado entró en crisis. La radicalización subsecuente de la lucha de clases trajo otra estrategia de dominación: la re-primarización deliberada de nuestras economías volviendo al modelo monoproductor y exportador, buscando quebrar la resistencia obrera. La burguesía industrial “aliada” y “progresista” no se comportó según ese esquema del marxismo vulgar de Arismendi sino que fue uno de los principales impulsores de la represión fascista y liquidó sus propias empresas industriales haciendo vil negocio en ello al mismo tiempo. Y cuanto más fuerte la lucha obrera, más reaccionaria la burguesía. Se integró como inversor rentista menor al capital transnacional que sustituyó aquella industria por las maquilas.
Si esos intelectuales de izquierda como Astori y FHC habían comprendido claramente la incapacidad de las burguesías locales de romper con el imperialismo y propiciar un desarrollo capitalista independiente, cuando tuvieron la oportunidad de gobernar dentro de esos marcos de dependencia ni siquiera necesitaron modificar su teoría sociológica, simplemente le dieron vuelta el signo. Si no se puede tener un capitalismo nacional sin imperialismo, tengamos sometimiento al imperialismo y dejémonos de quimeras .
Por eso son los más consecuentes en esa política cipaya.
Pero la industrialización de nuestros países no es una quimera, es una necesidad imperiosa. Nadie medianamente inteligente puede esperar nada de “agro + turismo” (+ prostitución + juego) como camino para “preparar las condiciones para usa sociedad igualitaria”. El agro capitalista sin industria es el agro exprimido por la banca y termina siendo el agro del eucalipto y la soja, lo más antinacional porque agota la tierra y la extranjeriza, y liquida la soberanía alimentaria del país.
La industrialización independiente y profunda incluye la industria de bienes de producción y de alta tecnología, como lo demuestra el camino de China y algunos otros casos más débiles (y muy atrás en ese camino, Brasil).
Para la industrialización, el proteccionismo es necesario pero no suficiente. Esa es nuestra crítica a la experiencia de los años 50, y no la del neoliberalismo. Es necesaria además la inversión estatal pesada en industrias básicas, en energía, en infraestructura. Y la planificación económica.
La industrialización independiente y profunda de nuestros países evitando además la industria sucia, y en base a energías renovables, es una necesidad. Pero no vamos a poder desarrollarnos en las condiciones del Qki (la patria enana) o en las del Pepe (la “patria grande” atada de pies y manos). No se puede hacer si no se retiene el excedente económico, y para eso es imprescindible cortar con el modelo agro-exportador cada vez más generador de dependencia. Y para empezar, la deuda externa.
Alguno puede pensar que divagamos si nos comparamos con China, pero no estamos hablando de Uruguay.
América Latina, esa mala forma de llamar a nuestro continente mestizo cuando se lo ve desde el lado del colonizador, reúne algo menos de la mitad de la población de China, y más de cuatro veces su territorio, y una proporción mayor aún de tierras cultivables, agua, costas, minerales estratégicos, biodiversidad. Nuestro continente unido puede perfectamente dejar de pagar la deuda externa, por ejemplo.
Pero no vamos a poder desarrollarnos por vía capitalista, y menos aún tratando de dar vida a estas burguesías reaccionarias o haciendo “alianzas” con el capital imperialista.
Al revés de lo que piensa Mujica tenemos condiciones suficientes para construir una sociedad superior e igualitaria. No necesitamos esa “etapa previa” que le contó Arismendi. Aunque él no lo crea, nuestras condiciones para el socialismo (tomando todos los aspectos en juego) son mejores y no peores que las del mundo capitalista central. A la vista está que la lucha a muerte por el socialismo se hace acá.
A pesar de lo que piensa Mujica, el fracaso de la experiencia revolucionaria socialista de las clases obreras del Este no se debió al atraso de esos países. Eso fue una limitación muy fuerte en un primer momento, pero no fue lo que determinó el fracaso. Y nuestro "atraso" que tanto preocupa a Mujica no es ni por asomo el que allí tenían. Y uno de los puntos en que estaríamos mucho mejor que ellos es en las condiciones de arranque para un desarrollo industrial moderno. ¡Asombra tanta ignorancia!
Queremos ir ocupándonos de todos estos temas, de a poco. Esperamos la participación de otros compañeros, y si la cosa se pica, mejor.
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